FILOSOFIAFEROZ

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APUNTES DE FILÓSOFOS IMPRESCINDIBLES

miércoles, 22 de abril de 2015

Nietzsche por Michel Onfray y Maximilien Le Roy

Ni los más célebres se resisten a una adaptación en viñetas: así lo demuestraNietzsche, de los franceses Michel Onfray y Maximilien Le Roy.

Hay un momento, increíblemente patético en su idea de “lo cool”, en Tierra X –una maxiserie de Marvel Comics hecha literalmente de contrastes (a contramano de la caricatura anabolizada que regurgita en el imaginario el término “superhéroes”)– en el que el Capitán América interrumpe la proclama de victoria de su Némesis Calavera Roja. En la distopía en cuestión, Calavera Roja era un niño (imagínense a Macaulay Culkin pero recién entradito en falopa) y, el Capitán, un pelado tipo The Rock vestido con la bandera. El niño proclama, a punto de vencer: “Soy Dios”. Y el Cap, revelando su gran truco, canchereando, sostiene “Entonces, yo soy Nietzsche”.

Le Roy es milimétrico: sus colores son asfixiantes o expansivos, con igual certeza, y con igual respeto se acerca y se aleja expresivamente de su personaje.


El instante, estampita de modo bobalicón devenido Hulk del género, es ejemplar para ilustrar la trayectoria del filósofo que más caricatura ha devenido, sin querer, de sí mismo: Friedrich Nietzsche, el más punzante y salvaje pensador que haya dado el nihilismo cuando todavía estaba enamorado de la Naturaleza y del caos. El libro, deMichel Onfray (el filósofo francés e historiador, entre otros nombres ABC1 de History Channel, que aseguró que este proyecto era “sacar a Nietzsche del gueto”) y del dibujante Maximilien Le Roy (Hosni) es, a contramano de tanta nota sobre la madurez del cómic y esas pavadas que suelen aparecer en estas ocasiones (como sucedió cuando se editó el original en 2011), otra forma de caricatura: una que, sin dejar de ser básica (en sus modos de mostrar ideas claves y desarrollos por parte del filósofo), sigue siendo una gran historieta. De hecho, pelea contra cierta pomposidad seca de Onfray (no es tanto su tono, sino lo obvio en su desarrollo histórico, cronológico y factual de ideas como el eterno retorno, la voluntad del poder, el Superhombre o el nihilismo, con citas textuales al filósofo que suenan más incrustadas que naturales, incluso al estar basadas en profundas investigaciones) y que en la capacidad de su dibujante adquiere esa humanidad, esa cercanía que busca constantemente la lección de historia de Onfray.
Le Roy es milimétrico: sus colores son asfixiantes o expansivos, con igual certeza, y con igual respeto se acerca y se aleja expresivamente de su personaje (quizá por ello su registro es muy fiel a la hora de representar humanos pero aun así nervioso, con pulso y con miedo). Sus planos parecen fotográficos pero permiten respirar y sentir un instante, un lugar, una época, un modo de vida (algo que queda claro por contraste cuando debe explotar y mostrar las pesadillas del filósofo). Más por Le Roy que por Onfray (que está más cerca de un “para principiantes que no creen serlo”), Nietzsche es un libro que sabe que hay nombres inabarcables pero que no por ello pueden dejar de ser una inteligente y limpia-polvo-del-busto caricatura.
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Maximilien Le Roy y Michel Onfray
Nietzsche

(Sexto Piso)
132 páginas