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domingo, 2 de junio de 2013

Los simpson y la filosofía

Los Simpson, entre Platón y Nietzsche

¿Qué familia sensata querría parecerse a los Simpson? Probablemente ninguna. Sin embargo, las criaturas animadas por Matt Groening hace más de veinte años ejercen una fascinación que no declina, y no sólo sobre el público. Un grupo de graduados en filosofía (doctores, profesores, investigadores) ha hecho de la serie televisiva su objeto de estudio. El resultado: Los Simpson y la filosofía , libro originalmente publicado en los Estados Unidos y que llega a la Argentina editado por Blackie Books. En él, Willliam Irwin, Mark T. Conard y Aeon J. Skoble escriben y compilan ensayos sobre los personajes y los temas de la serie desde un punto de vista filosófico.
La idea fue de Irwin, que ya había realizado un proyecto similar sobre Seinfeld ( Seinfeld and Philosophy : a Book about Everything and Nothing ). En el modo satírico en que Los Simpson emplea la ironía y la irreverencia, Irwin encontró el suficiente espesor intelectual como para someter la serie a la discusión filosófica. Sus colaboradores vieron además no sólo un espejo de la sociedad estadounidense, sino también la encarnación de ciertas ideas, en la conducta de sus personajes. Así, Marge, madre y ama de casa abnegada y feliz, es un ejemplo acabado de la prudencia y la ética práctica de Aristóteles; la precoz Lisa, en su lucha sin desmayo contra la idiotez y la ignorancia que impregnan la atmósfera de Springfield, ejercita las enseñanzas socráticas legadas por Platón. Su hermano Bart, el terrible, es como una excrecencia nietzscheana, una fuerza de la naturaleza, más allá del bien y del mal, en total sintonía con el caos y la ausencia de sentido que rigen la vida en la comunidad. Y Maggie, la más pequeña de la familia, que guarda ese núcleo duro de misterio propio de los seres que todavía no se expresan con el lenguaje, es vista como un elemento disruptivo: la presencia, en el corazón del capitalismo occidental, de una sabiduría oriental que hace del silencio instrumento privilegiado del conocimiento. En cuanto a Homero... Bueno, su ¿esencia inefable? sólo parece poder definirse por lo que Homero no es: ciertamente no es un modelo de virtud aristotélica, pero tampoco llega a ser una criatura despreciable. Una especie de "amor a la vida" del que no parece demasiado consciente le aporta acaso el único rasgo admirable de su personalidad.
Personajes que funcionan como satélites de la familia Simpson (los Flanders, el tabernero Moe) también son analizados en los distintos capítulos del libro. Entre ellos, quizás una de las reflexiones más atractivas es la que inspira el triángulo conformado por el mezquino señor Burns, la felicidad y los objetos. Un amor no correspondido entre la cosa y el símbolo, para quien quiera dilucidar el asunto ..