FILOSOFIAFEROZ

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APUNTES DE FILÓSOFOS IMPRESCINDIBLES

sábado, 4 de enero de 2020

LEON ROZITCHNER

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Lejos del ruido de las avenidas y la academia universitaria, el doctor en filosofía León Rozitchner reflexiona desde su estudio silencioso en Belgrano. Ironías y certezas surgen de esta conversación en la que destaca algunos logros de la filosofía local y en la que tambien dice que no hay filosofía argentina.
-¿Existe hoy en la Argentina una filosofía o un pensamiento que se entienda como crítico?
-Bueno, más que filósofos pienso que hay profesores de filosofía dedicados al estudio de historia de la filosofía y a la descripción de sus sistemas. Y hay un relativo espíritu crítico pero me parece muy poco como aporte. Creo que la filosofía se reduce solamente, o en gran parte, al saber que se elabora en la universidad, y que no trasciende mucho ese ámbito, salvo en algunas revistas. Podemos pensar en "El ojo mocho", en "Confines" o en "El Rodaballo". Esos son los ámbitos en los que se desarrolla la crítica filosófica. Pero hay jóvenes que prometen romper ese círculo.
-¿Es en estos grupos desperdigados donde funcionan hoy las usinas del pensamiento?
-Es un poco difícil hablar de usinas de pensamiento porque para eso tendría que haber una producción intensiva. Si no, no justifica la usina, no paga los gastos. La única que paga los gastos sería la facultad, que paga a los profesores por enseñar filosofía. Pero las usinas son ciertos grupos muy pequeños que se reúnen alrededor de revistas o núcleos de estudio, de amigos. Pienso en algún lugar en Córdoba, con Oscar Del Barco, Héctor Schmucler, que han formado escuela. En Corrientes hay un profesor internacionalmente conocido, un pensador crítico como es Joaquín Meabe, pero desconocido para el campo de la filosofía local y, sin embargo, muy reconocido afuera. Es un producto de exportación. Quizás el Congreso de Filosofía quiso ser un espacio en el cual esto pudiera integrarse, ¿no?
-¿Y qué repercusiones tuvo el Congreso? ¿En algún punto sirvió para algo? Lo cerró Cristina Kirchner, eso no pasa en un congreso de sociología o antropología...
-Pienso que esto formaba parte de un espacio que prolongó el Congreso de Filosofía que abrió Perón. Evidentemente los intereses políticos infiltran todos los espacios, y también éste. Pero lo que a mí me desagradó fue el hecho de hacer un Congreso de Filosofía en una provincia feudal que está entregando su patrimonio a empresas transnacionales, las grandes mineras, que pueden provocar, desde el punto de vista ecológico, un desastre. Son empresas que se llevan toda la ganancia afuera; exportan absolutamente todo sin producir nada. Ir a escuchar a los metafísicos hablar de filosofía en ese contexto... Pienso que alguna referencia se tendría que haber establecido entre el pensamiento puro y la pureza de los metales saqueados.
-¿Y cree que hay algún filósofo al que le pueda interesar conectar estas problemáticas con el pensamiento?
-Por ejemplo, Horacio González elabora y relaciona el ser filósofo con las alternativas de una circunstancia política. Eduardo Grüner, también se ocupa de estás relaciones. Pero no es lo común. Hay otros, también es cierto, los doy como ejemplos. La filosofía local pareciera que no tiene nada que ver con los temas que pertenecen a nuestra propia cultura. Habitualmente se piensa siempre desde la humillación de no haber sido educado como George Steiner, a quien su padre a los cinco años le leía Homero en griego para que sintiera la musicalidad del idioma. Aquí pareciera que el que no conoce bien griego, latín y alemán no puede pensar en serio. Imagínese cuáles son las condiciones humillantes que uno recibe desde el campo del saber. De alguna manera, los profesores que permanecen en la universidad son los prolongadores de esta modalidad; ellos conocen muy bien su latín y su griego tardío, se especializan, abarcan un espacio que es muy necesario. Pero eso sólo, si bien es necesario, no hace a un filósofo. Y nosotros no estamos autorizados a pensar mucho, porque no sabemos lo necesario para pensar en serio. Althusser, por ejemplo, se animó a decir: "'Yo no leí todo El Capital"... Esa fue una pequeña apertura con la que muchos se sintieron autorizados a sentir que podían pensar algo sin haberlo leído todo.
-¿Usted ha notado alguna producción interesante, en los últimos años en la carrera de filosofía de la UBA?
-Hablo desde afuera. Los profesores que allí abundan son muy eruditos, especializados en algún filósofo en particular. Pero la gente que entra diciendo 'aquí voy a desarrollar mis inquietudes filosóficas' siente que se le desvanecen en el aire esas expectativas; termina decepcionada y sale a estudiar por otro lado. Conozco a muchos. Es gente que entraba a la facultad buscando la libertad de pensar y allí no la encontraba. En ese sentido, creo que es un lugar bastante restringido, ¿no? Yo no creo que haya salido nadie actualmente que esté produciendo algo que llame la atención entre los que producen filosofía.
-Hace tiempo Tomás Abraham escribió un artículo que se llamaba “Los argentinos no tenemos filosofía, los yugoslavos tampoco". ¿Hay que esperar una filosofía argentina?
-Yo no hablo de una filosofía argentina. Cuando Agamben escribe, nadie habla de filosofía italiana. Hace filosofía. Aquí, o allá; no creo que haya que caracterizarla. ¿Es francesa la filosofía de Deleuze? No lo sé, es un filósofo que evidentemente tiene ciertas características, otro tipo de lenguaje, cierta aproximación a la realidad. Pero se encuentra también en otros lugares; Alemania; España. Eso formaba parte de una concepción distinta, donde una cultura elaboraba, de alguna manera, una filosofía particular diferente a todas las otras. Yo creo que todos colaboramos en la universalidad de un saber pero que requiere siempre de un punto de partida propio. Si lo que se quiere decir con eso es que hay que partir de un cierto lugar, es cierto. Tendría que haber filósofos en la Argentina, por ejemplo, que a partir de los desgarramientos y situaciones de la historia argentina, profundizaran hasta tal punto en la realidad humana para que su pensamiento pudiera adquirir validez y fuera un aporte universal. Pero entonces, deja de ser meramente argentino sin perder su arraigo originario.
-¿Ha habido una producción filosófica reciente que lo haya conmovido en particular?
-No. Y no es extraño. El capitalismo llamado ahora "tardío" -recién se dan cuenta- va hacia la destrucción de la Tierra arrastrada por la racionalidad cuantitativa del capital, que descalifica todo lo sensible y lo tritura: convierte a millones de personas en desperdicios humanos. No hay perspectivas, todo el futuro parece cerrado, todo el mundo vive al día, hasta el capital midiendo cotidianamente las ganancias, y se sorprende cuando hay una debacle o "falla" el mercado. También el pensar surge suscitado de abajo para arriba: cuando la sociedad no resiste, la filosofía no piensa. Creo que actualmente no hay pensamiento nuevo. Y todo lo que recibimos son elaboraciones muy eruditas, trabajadas, que solo resumen a los grandes pensadores, leen los interrogantes pero no producen respuestas.

Héctor Pavón
11- 8- 2007