FILOSOFIAFEROZ

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APUNTES DE FILÓSOFOS IMPRESCINDIBLES

domingo, 6 de octubre de 2019

PIETRO CHIODI, Filósofo y partisano

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Filósofo y partisano. Fue el primero en traducir al italiano 'Ser y Tiempo' de Heidegger

El 25 de julio de 1943, el Gran Consejo del Fascismo, a petición del rey Vittorio Emmanuele III, decidió (con diecinueve votos a favor, siete en contra y una abstención) destituir a Mussolini, que fue encarcelado. Pietro Badoglio asumió la presidencia de un gobierno militar que el 3 de septiembre firmó en secreto un armisticio con los aliados. Eisenhower y Badoglio hicieron público ese acuerdo, con poco más de una hora de diferencia, el 8 del mismo mes. Como sabemos, eso no supuso el fin de la guerra en territorio italiano, sino que esta adoptara otra forma más, la de enfrentamiento civil. El país quedó dividido en dos: en el norte, ocupado por los alemanes, nacería ese títere llamado República Socialista Italia (rsi), con un Mussolini liberado por los alemanes al frente; en el sur se establecería el gobierno de Badoglio, también títere, pero de los aliados.
El anuncio del armisticio pilló por sorpresa a las fuerzas armadas italianas, que no tenían órdenes claras sobre cómo actuar. ¿Contra quién había que luchar ahora? Porque Badoglio nunca fue claro y jugó a los mensajes ambiguos: quería tener de su lado a los aliados, pero no romper del todo, por miedo a las represalias, con Hitler. Este, en cambio, no dudó en interpretar el anuncio como una traición al Reich y ordenó la invasión de Italia. El ejército se fragmentó: unos miembros regresaron a sus casas como civiles, no pocos fueron fusilados o llevados a campos de concentración, otros se unieron (o fueron obligados a unirse) a los nazis o se sumaron a la Resistencia como partisanos.

La llamada letteratura della Resistenza cuenta con muchos textos que recogen, de manera más o menos ficcionalizada, la experiencia en la lucha partisana de sus autores. Podemos citar, por ejemplo, a Mario Bonfantini, Marcello Venturi o Italo Calvino. Bandidos, de Pietro Chiodi (1915-1970), que ha traducido Javier Brox Rodríguez para Prensas de la Universidad de Zaragoza (incluyendo un detallado estudio preliminar así como un minucioso glosario escritos por él), es otro ejemplo, salvo que en este caso se trata de documento histórico más que de literatura; más concretamente, de un diario. De hecho, ya en la primera edición del texto (de 1946), en la nota introductoria Chiodi advierte: “Este libro no es una novela ni una historia novelada. Es un documental histórico en el sentido de que los personajes, hechos y emociones han tenido efectivamente lugar. El autor asume toda la responsabilidad al respecto.”
Profesor de Historia y Filosofía en un instituto de Alba antes y después de su actividad guerrillera como partisano, y posteriormente en las universidades de Lecce y Turín (donde terminaría obteniendo una cátedra de Filosofía Teórica), Pietro Chiodi fue uno de esos ciudadanos anónimos que ha pasado a formar parte de la Historia (con mayúscula). Aunque si no hubiera luchado como partisano y publicado su diario también habría sido recordado por sus estudios y traducciones de, entre otros, Heidegger, Kant o Weber. Y por aparecer, bajo el nombre de Monti, en Il partigiano Johnny del escritor y también partisano Beppe Fenoglio (quien fue alumno suyo y quiso así homenajearlo).
El diario comienza en 1939 y termina en abril de 1945, tras la caída de Turín. Las entradas son breves y espaciadas al inicio, para hacerse más continuas y prolijas a medida que la lucha partisana se intensifica. En sus páginas el lector encontrará, como suele ser habitual en este tipo de testimonios, ejemplos de la brutalidad de los nazis. Aunque Chiodi deja entrever que algunos de ellos eran capaces de sentir piedad (como cuando un soldado de la Wehrmacht le da un trozo de pan con mermelada a uno de los presos que se amontonan en el tren que les lleva al campo de concentración de Bolzano) y que, en cierto modo, habían convertido en rutina inevitable la crueldad: el oficial alemán que supervisa el ahorcamiento de los más queridos camaradas de Chiodi dice, al terminar: “Maldita orden, maldito deber. No haber nada peor […] Y pensar que hace un año eran nuestros camaradas.”

En julio de 1944 Chiodi comenzó a dirigir un grupo de Giustizia e Libertà, pero pocos días después fue detenido junto con varios de sus compañeros. Entre ellos estaba Leonardo Cocito, también profesor en el mismo instituto que Chiodi y el primero de los dos en unirse a la Resistencia. Es uno de los personajes que más claramente manifiesta su odio al fascismo, a menudo desde el humor: cuando un estudiante pide en la biblioteca los discursos de Mussolini, Cocito le dice “¿No has leído el reglamento? Dice que está prohibido dejar libros así de malos a los jóvenes.”

Tras la detención, el grupo es conducido a la cárcel turinesa de Le Nuove, y de allí únicamente Chiodi es trasladado primero al campo de concentración de Bolzano y después a uno de trabajo en Innsbruck. Los amigos y compañeros que habían sido detenidos junto a él fueron ahorcados, aunque no lo sabrá hasta más adelante. Enfermo de reúma crónico, se ganó inmediatamente la simpatía del Lagerführer, que intentó que no le obligaran a realizar trabajos forzados. En un extraño golpe de suerte, Chiodi consiguió que le confundieran con uno de los trabajadores voluntarios que habían emigrado a territorio alemán antes de la guerra y que le dieran un permiso de repatriación por enfermedad. Avergonzado de su aspecto y escondiéndose en diversos trenes, regresó a Italia, donde retomó la lucha partisana hasta lograr la caída de Turín.
En unas de las escenas, Chiodi le dice a un preso fascista: “En Italia no cabemos todos, o nosotros o vosotros.” Este diario retrata esa Italia ocupada y dividida. Lo hace de una manera que no llega a la asepsia, pero, salvo en contadas ocasiones, no hay sentimentalismo. Ahí reside su fuerza: los hechos en crudo son más potentes que las emociones verbalizadas.
Decía W. G. Sebald en un poema que “El papel de escribir / huele / como la viruta / el ataúd.” Por las páginas de Bandidos la muerte es una constante, pero gracias a ellas tenemos otro testimonio de un capítulo fundamental de la Historia. ~

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martes, 2 de julio de 2019

Franca D´Agostini: engaños de la política y la religión

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Tanto la filosofía como los debates públicos se han interesado por la mentira y la verdad, y así, por la posverdad. Anticipándose a este debate, la filósofa italiana Franca D’Agostini escribió en 2012 el esclarecedor libro Mentira (Adriana Hidalgo). Es profesora de Filosofía de la Ciencia en el Politecnico di Torino, y de Lógica y Epistemología de las Ciencias Sociales en la Università Statale di Milano. En diálogo telefónico y vía mail desarmó la idea de la mentira y explicó cómo se sostiene con forma de posverdad.
–¿Qué ha ocurrido para que la verdad se haya transformado en objeto de debate público?
–Porque vivimos en la época de la información. En el mundo se emiten millones y millones de bytes de información, de datos verdaderos, falsos, casi verdaderos, casi falsos, medias verdades y medias mentiras que circulan sin control. Es fácil engañar y es fácil manipular cada dato, incluso en el arte, la literatura, la filosofía, las creencias religiosas. Al mismo tiempo cada día emergen verdades escondidas, nuevas revelaciones, escándalos, descubrimientos. El concepto de verdad, del que ya no se hablaba más y que parecía interesante solamente para filósofos y religiosos, se encuentra en el centro de nuestros intereses.
–Y si hablamos de verdad, ¿también debemos hablar de mentira?
–Como todos los conceptos filosóficos el de verdad posee un uso prevalentemente crítico: deviene importante cuando sospechamos que alguien está mintiendo; o cuando sabemos que una cosa es verdad pero no es reconocida. Hablar de verdad implica hablar de mentira, del peligro del engaño. Y de otra parte, los chicos descubren la verdad después de haber entendido el fenómeno del engaño y del error.
–¿La posverdad se volvió más importante que la verdad?
–Se dice que vivimos en la época de la post-truth, la época en la que nadie se preocupa más de decir y de creer en lo que es cierto. No estoy segura que sea así. Diría más bien que vivimos en la época de la post-post-truth: una en la que todos nos interesamos en el problema de la verdad. Hasta hace algunas décadas, el interés público por lo verdadero y lo falso era nulo. Nadie hablaba de eso, y muchos pensaban que la vida política podía ignorar el problema. Pero reflexionar sobre la verdad es ya tener una. La verdad es siempre un juego, la trampa en la cual estamos atrapados, querramos o no.
–¿Internet es el terreno ideal para la mentira, no?
–Es ideal tanto para la verdad, el conocimiento como para el engaño, el autoengaño y el error. Internet es la democracia de la verdad y de la mentira. Podemos mentir, contradecir y enmascarar mentiras. En un tiempo, el engaño provenía de lo más alto, de los gobiernos y los poderes, hoy proviene de todas partes. Sólo algunas personas potentes o con medios públicos podían manipular, confundir las ideas, deformar la realidad, ahora casi cualquiera puede hacerlo. Del mismo modo cualquiera (idealmente) puede descubrir que lo que ha dicho es falso o no es verdad, o es una media verdad usada para hacer creer una falsedad total. Si en un tiempo el Príncipe, como decía Maquiavelo, debía “aprender a mentir”, hoy los gobernantes deberían “aprender a decir la verdad”. No es en absoluto fácil.
–¿Existen las mentiras buenas?
–Sostengo en mi libro que las mentiras buenas no existen. Existen más bien las mentiras “justificadas”: tengo razones para decir algo falso, por ejemplo porque no quiero ofender o dañar a alguien o porque debo defenderme de un ataque. En la mayor parte de los casos son el resultado de un dilema: ¿digo lo falso, con el riesgo de ser desenmascarada y entonces agravar la situación? ¿O digo la verdad, con la seguridad de encontrarme con un daño para mí o para los otros? La situación no es para nada buena, más bien es desafortunada. Cuando “debemos mentir”, o creemos que debemos mentir, es porque las cosas no van en absoluto bien.
-¿Y todo es una interpretación, como diría Friedrich Nietzsche?
-Depende de qué cosa entendamos con la famosa frase: “no existen hechos, solo interpretaciones”. Si pensamos que se trata de una tesis metafísica (como piensan ciertos posmodernos y ciertos antiposmodernos) entonces es una simple insensatez, como es bien sabido al menos de Aristóteles en adelante (y Nietzsche debía saberlo). El argumento de Aristóteles (en el libro IV de la Metafísica) es simplísimo: se cree que no existen hechos, entonces por qué no te vas a Mégara en lugar de tirarte en un pozo o en un barranco? Desde el momento que vas a Mégara, es evidente que no crees en aquel dice de creer. Pero es obvio que la frase de Nietzsche quiere decir más bien: cuando reflexionamos y discutimos sobre los hechos, esto significa que los hechos no están más y que aquello que permanece son solo versiones-interpretaciones de eso que sucedió.
–¿Y qué ocurre con la cultura?
–La cultura (entendiendo con esta palabra la ciencia, la religión, el arte, la literatura, la filosofía, el saber jurídico) es el conjunto de  instituciones en las que se celebra el acuerdo entre los seres humanos sobre lo verdadero y lo falso. Si estas instituciones son corruptas, entonces el acuerdo domina sobre las propias y mismas razones) esto es la idea volver pública y compartible la verdad), y se deteriora la cultura. Nosotros necesitamos tener confianza en la ciencia, las leyes, el arte, la filosofía. Si empezamos a sospechar que estas instituciones son corruptas - esto es, reguladas por lo que es falso, por el engaño- entonces no creemos más en que vivir en una cultura nos es útil, y que nos ayuda a vivir. Así no hay más lazos sociales. La política y las leyes deben garantizar la limpieza en las universidades, y en todos los lugares de la cultura, deben salvaguardar nuestro derecho a la verdad.
–Los spin doctors (asesores y consejeros políticos) trabajan con la mentira o con la posverdad?
–Los mentirosos raramente trabajan con lo falso, solamente trabajan con la media verdad. Toman una, la inflan, la distorsionan y la vuelven totalmente falsa. El caso Trump es un buen ejemplo: hay verdad, a veces, en aquel que dice, pero hay una verdad que viene capturada y modificada, es un modo de hacer creer lo falso. Lo mismo vale para muchos gobernantes. El lenguaje político es el reino de las medias verdades que se vuelven falsedades totales. La única regla para un nuevo lenguaje político: aprender el arte difícil de decir la verdad, evitando usar las medias verdades para sus propios propósitos.
–¿Cómo se relaciona la corrupción con la mentira?
–La corrupción es el acuerdo sin verdad: nos ponemos de acuerdo para volver verdadero lo falso, para falsificar datos. Corromper significa comprar un juicio de mérito (por ejemplo, una licitación), o sea, comprar la verdad. Pero la verdad no está en venta, por obvias razones. Entonces, el principio mismo de la corrupción es la mentira. El “hombre económico”, el que pone el valor del beneficio por encima de todo, tiene un enemigo fundamental: la verdad. Por eso, trata siempre de silenciarla, con la corrupción.
–Y la religión colabora con la posverdad, ¿no?
–La religión es una importante y complicada estructura social creada para dar un sostén a una teoría extremadamente controversial: la teoría según la cual existiría un ser superior dotado de características casi humanas y empeñado en distribuir premios y castigos en la vida terrenal y en la extraterrenal de los seres humanos. Esta teoría no puede considerarse verdadera porque no es falsificable. Entonces la incerteza de las tesis de partida siempre ha significado que la religión fuera una especie de “mentira organizada”: una tela de engaños y pseudo justificaciones. Y sirve para promover la vida espiritual de los seres humanos, volviendo más fácil el encuentro con el dolor y la muerte. Ahora, la religión, como cualquier otra institución de la cultura, ha sido abrumada por los millones de bytes informativos y sus razones han explotado. Y entonces la fragilidad de la idea se volvió la media verdad que ha sido usada para propagar mentiras increíbles y destructivas. El frágil e incierto dios del islam, por ejemplo –como en un tiempo lo fue el frágil e incierto dios de los cristianos– hoy es usado como justificación suprema para gestos destructivos para ellos mismos y para los otros.

domingo, 3 de marzo de 2019

Filosofia de la ciencia. JERRY FODOR (1935- 2017)

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Jerry A. Fodor, uno de los filósofos más importantes de la mente, que utilizó el funcionamiento de la tecnología informática del siglo XX para replantear viejas preguntas sobre la estructura de la cognición humana, murió el 29 de noviembre en su casa de Manhattan, Nueva York. Tenía 82 años. La causa fue una complicación de la enfermedad de Parkinson y un derrame cerebral reciente, según su esposa, Janet Dean Fodor.


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Veterano profesor de la facultad de filosofía de la Universidad de Rutgers, el Dr. Fodor fue ocupaba en el momento de su muerte la cátedra del filosofía del Estado de Nueva Jersey. Su trabajo, que comenzó en la década de 1960, abordó campos como la lingüística, la lógica, la semiótica, la psicología, la antropología, la informática y la inteligencia artificial, siendo ampliamente reconocido como uno de los fundadores de la nueva disciplina conocida como ciencia cognitiva.

“Básicamente creó la especialidad de filosofía de la psicología”, puntualiza Ernie Lepore, un filósofo de Rutgers y un colaborador frecuente de Fodor, en una entrevista telefónica el pasado día 29. “Si el estudio de la mente ha sido un tema dominante en filosofía en los últimos 30 ó 40 años, se debe en buena parte a la influencia de Fodor.”

Conocido por su estilo dinámico, a veces agresivo y sin concesiones, el Dr. Fodor fue autor de más de una docena de libros, varios de ellos de divulgación general. Uno de los más conocidos es “La modularidad de la mente ”, publicado en 1983.

En él, argumentó que la mente humana, en lugar de ser un sistema unitario como a menudo se supone, comprende un conjunto de subsistemas innatos, compartimentados, desarrollados funcionalmente: la facultad del lenguaje, otro para la habilidad musical, otro para las matemáticas, etc.… Estas facultades, explicaba Fodor, operan por medio de algoritmos abstractos, de forma parecida a como lo hacen las computadoras.

En el desarrollo de este modelo, el Dr. Fodor utilizó desarrollos de la revolución de mediados del siglo XX en lingüística de Noam Chomsk y de las ciencias informáticas del matemático inglés y cripto-analista Alan Turing .

Mientras que el cerebro, una entidad física, puede ser objeto de estudio, la mente - un objeto abstracto y elusivo - es mucho más complicada, y las preguntas sobre su arquitectura han obsesionado a los filósofos periódicamente desde la antigüedad clásica.

Platón y Aristóteles tenían mucho que decir sobre el tema. Y, más de dos milenios más tarde, también filósofos del siglo XVII como el racionalista René Descartes y el empirista John Locke.

Este tipo de preguntas - en particular, si las capacidades cognitivas son innatas o deben ser aprendidas - volvieron a ser centrales en la primera mitad del siglo XX gracias a los psicólogos conductistas, en particular B. F. Skinner , cuyo trabajo, según el Dr. Fodor, había que criticar.

Siendo un empírista convencido, Skinner sostuvo que un niño nace con su mente como una pizarra en blanco. A medida que madura, aprende una serie de capacidades mentales - lengua, razonamiento, resolución de problemas y muchas otras - a través de la experiencia externa.
A finales de 1950, el Dr. Chomsky, lingüista, filósofo y racionalista ardiente del Instituto de Tecnología de Massachusetts, demostró que la lengua no era un comportamiento aprendido, como Skinner creía. En cambio, demostró que era producto de una facultad mental funcional que es innata - en la jerga actual, estructural. Los especialistas consideran que desmontó el conductismo, sobre todo por lo que se refiere al estudio del lenguaje.

El Dr. Fodor, también un convencido racionalista, que enseñó en el MIT muchos años, amplió las ideas del Dr. Chomsky sobre el carácter innato del lenguaje para incluir otros aspectos de la mente más allá del lenguaje.

Basándose en el trabajo de Turing, que desarrolló los primeros modelos matemáticos informáticos, el Dr. Fodor propuso un modelo de la mente que implica facultades separadas - los llamó “módulos” - que gobiernan funciones separadas.

“La Psicología de las facultades”, escribió, “está determinada por tales diferencias prima facie como entre, por ejemplo, sensación y percepción, la volición y la cognición, el aprendizaje y el recuerdo, o el lenguaje y el pensamiento.”

Como el Dr. Lepore señaló el pasado 29 de noviembre: “Es una idea muy antigua, pero por alguna razón se perdió en la historia de la filosofía. Y fue resucitada por Fodor”.

La idea había caído en desgracia en parte como resultado de la frenología , una pseudociencia, popular en el siglo XIX, que buscaba analizar las capacidades de las personas, y su carácter, mediante la identificación física de determinadas áreas en la cabeza para encontrar características prominentes.

Pero si se dejaban de lado esas prominencias craneales físicas y sus connotaciones caracteriológicas perceptibles al tacto, el Dr. Fodor argumentaba que la premisa subyacente a la frenología - que la mente consiste en facultades funcionalmente concretas - era lo suficientemente valiosa como para volver a ser investigada.

Uno de los problemas que tal modelo parecía resolver había atormentado a los psicólogos mucho tiempo: la cuestión de por qué una parte de la mente parece poco dispuesta a hablar con otra.

“Hay diferentes aspectos de la mente - razonamiento, lenguaje, percepción, pensamiento - y no se comunican muy bien, y eso es un poco raro” dice el Dr. Lepore.

Consideremos, por ejemplo, una ilusión óptica familiar, en el que las líneas de igual longitud están flanqueadas por puntas de flecha internas o externas:
Incluso contemplándolas  ahora - a pesar de saber que son una ilusión - no se puede dejar de ver las líneas como diferentes en su longitud.
“Ese es un ejemplo de como la parte perceptiva de la mente no se comunica con la parte racional”, explica el Dr. Lepore.

El Dr. Fodor argumentaba que solo un modelo de organización de la menta en el que las facultades están, en esencia, separadas unas de otras puede explicarlo.

“La Psicología de las Facultades está volviendo a ser respetable después de siglos de codearse con la Frenología y otras teorías dudosas”, escribió en “La modularidad de la mente.”

Con el tiempo el Dr. Fodor revisó su posición, argumentando que algunas de las funciones mentales, incluyendo el lenguaje y la percepción, son modulares, mientras que otras, como la creencia, la toma de decisiones y la inferencia lógica, operan de manera más amplia. Pero sus palabras de 1983 aún resuenan:
“El inventario propuesto de las facultades psicológicas”, escribió, “es equivalente a una teoría de la estructura de la mente.”

Jerry A. Fodor fue hijo de Andrew Fodor, un investigador bacteriólogo, y de Kay Rubens, ama de casa. Jerome Alan Fodor nació el 22 de abril de 1935 en la ciudad de Nueva York y se crió en Queens.

Después de terminar sus estudios en el Forest Hills High School, recibió una licenciatura en filosofía de Columbia, donde estudió con el filósofo Sidney Morgenbesser . Obtuvo un doctorado en la misma especialidad de Princeton, donde fue discípulo del filósofo y matemático Hilary Putnam .

El Dr. Fodor enseñó en el MIT desde 1959 hasta 1986. Fue profesor en el Graduate Center de la City University de Nueva York de 1986-1988, antes de unirse a la facultad de Rutgers. A lo largo de sus años en Rutgers, mantuvo su residencia en el Upper West Side de Manhattan por su proximidad a la ópera, una de sus pasiones.

Entre sus otros libros destacan “La estructura del lenguaje” (1964), con Jerrold J. Katz; “El lenguaje del pensamiento” (1975); “Conceptos: en que se equivocó la ciencia cognitiva” (1998); y “La mente no funciona de esa manera” (2000).
El Dr. Fodor era un colaborador habitual de The London Review of Books y el suplemento literario del Times, de Londres.

Como gran parte de la filosofía, un campo cuya esencia es el debate, el trabajo del Dr. Fodor no estuvo exento de polémica. Ninguno de sus  libros provocó mas discusión que el provocativamente titulado “En lo que Darwin se equivocó” (2010), escrito con Massimo Piattelli-Palmarini, un científico cognitico de la Universidad de Arizona.

En él, los autores se centraron en una de las vacas sagradas de la biología evolutiva: la selección natural. Defendieron que el proceso, con sus cambios incrementales lentos, tenía poca influencia en el desarrollo de la cognición, o, para el caso, en otras características del Homo sapiens.

“Creemos que lo que se necesita”, escribieron, “es cortar el árbol desde la raíz: mostrar que la teoría de la selección natural de Darwin es fatalmente errónea”.

Y añadieron, en una de las acusaciones más duras que un racionalista puede hacer: “Reivindicamos que la teoría del aprendizaje de Skinner y la teoría de la evolución de Darwin son idénticas en todo menos en el nombre.”

El libro desató un gran revuelo entre los científicos. (Su reseña en la revista Science apareció bajo el título “Dos críticos sin idea”).
“Fodor y Chomsky tenía un modus operandi que era 'enterrar a tus oponentes tan pronto como sea posible,” señala el Dr. Lepore. “Y cuando se enfrentó a la comunidad científica, no creo que Fodor estuviera preparado para ello. Básicamente les dijo que la selección natural era falsa. Sus argumentos son interesantes, pero no ganó muchos conversos”.

Al final, a pesar de medio siglo de trabajo del Dr. Fodor y sus colegas, la mente permanece algo esquivo. Trató el asunto sin tapujos en “La mente no funciona de esa manera.”

“Tenemos mucho que hacer”, escribió el Dr. Fodor. “De hecho, lo que nuestra ciencia cognitiva ha hecho hasta ahora es en su mayor parte arrojar alguna luz sobre la gran oscuridad que existe.”


Periodista del New York Times.
Fuente:
https://www.nytimes.com/2017/11/30/obituaries/jerry-a-fodor-dead-philosopher-of-the-mind.html?_r=0
Traducción:


Enrique García