FILOSOFIAFEROZ

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APUNTES DE FILÓSOFOS IMPRESCINDIBLES

domingo, 11 de noviembre de 2018

Ayer, un filósofo positivista inglés

Un capítulo de la Filosofia analítica, para poder entender Wittgenstein.
Tanto el 'Círculo de Viena' como los filósofos postivistas se agarraban del 'Tractatus' de Ludwing Wittgenstein. 
Alfred Ayer, filósofo británico fue uno de los que primero apoyo a Wittgenstein en su retorno a Cambride, para luego criticarlo. 
Van una serie de artículos periodísiticos sobre le autor 'Lenguaje, verdad y lógica?

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El filósofo británico Alfred Ayer muere en Londres

El autor de 'Lenguaje, verdad y lógica' introdujo en el Reino Unido el positivismo lógico

El filósofo británico Alfred Julius Ayer murió en un hospital de Londres en la madrugada del miércoles, a los 78 años, a causa de una insuficiencia respiratoria. Ayer causó un notable impacto en la filosofía británica al publicar en 1936, cuando tenía 26 años, su obra Lenguaje, verdad y lógica, manifiesto de positivismo lógico. Divulgador en su país de las teorías del Círculo de Viena, triunfó académicamente con el citado libro, y aunque toda su carrera posterior se vio oscurecida por la sombra de aquella obra precoz, destacan en su trayectoria títulos como Problemas del conocimiento y Los problemas centrales de la filosofía.

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Sir Alfred Julius Ayer ha sido posiblemente el filósofo británico de los últimos años más conocido en el mundo. Descendiente de una familia de origen suizo, y con antecedentes entre los fundadores de la empresa Citroën, nació en Londres en 1910 y decidió estudiar filosofía, lo que en principio no parecía previsible, a juzgar por el hecho de que lo llevó a la pila bautismal un miembro de la familia Rothschild.Acudió primero a Eton y después pasó a Oxford, donde contó con Gilbert Ryle entre sus profesores. Era a principios de los años treinta, y Oxford tenía entonces una importancia menor en filosofía frente a Cambridge, donde brillaba el magisterio de Wittgenstein y Moore. Ryle era en cierto modo el puente entre ambos centros educativos, y gracias a él lee Ayer el Tractatus, traba amistad con Wittgenstein y, por fin, poco después de acabada la carrera, viaja a Viena.
Allí estaban, o habían estado, congregados en tomo al Círculo de Viena la media docena de filósofos más importantes del pensamiento analítico de este siglo: Carnap, Neurath, también Wittgenstein y Popper, aunque éstos no pertenecieron realmente al Círculo, el norteamericano Quine, y el propio Ayer, que poco después publicaría su libro Lenguaje, verdad y lógica, texto que llevó hasta Gran Bretaña la filosofía analítica.
En una entrevista concedida a este periódico el pasado mayo, con motivo de una conferencia que pronunció en el Institut d'Humanitats de Barcelona, Ayer no incluía este libro entre sus obras "más originales". "Sí reconozco su importancia histórica", dijo, "pero creo que mis textos más importantes son otros".

Seudoproposiciones

En Lenguaje, verdad y lógica, Ayer defendió las tesis del positivismo lógico: la doctrina estricta de la verificación, la separación completa entre enunciados lógicos y enunciados empíricos, la imposibilidad de la metafísica, por constituir un conjunto de seudoproposiciones, es decir, de enunciados que no pueden ser ni verificados empíricamente ni incluidos dentro del cálculo lógico, y, finalmente, la necesidad de reducir la filosofía al análisis. En la segunda edición de la obra, el autor sometió a algunas de las citadas tesis a revisión.La filosofía del Circulo, o positivismo lógico, que él importó a Inglaterra, representó para muchos un ataque contra la religión y la ética, una exaltación de la ciencia sobre otro tipo de conocimiento quizá sublime, pero en la misma medida que sublime, oscuro. El positivismo lógico pretendía asumir el fenómeno de las ciencias modernas, reaccionando contra lo que no fueran las matemáticas y la lógica, por un lado, y las ciencias experimentales, por el otro.
Desde hace unos años, Ayer había expresado sus dudas sobre la validez de su primera obra en particular y sobre algunas de las proposiciones de la filosofía analítica en general. Haciendo referencia a una entrevista para la BBC, Ayer recordaba lo siguiente: "Me preguntaron qué errores había en el libro, y yo, para sorprender, dije que todo él era falso. No es exacto, pero sí creo que hay muchos detalles erróneos en la obra, aunque el enfoque general tenga sentido".
En 1933, Alfred Ayer retomó a Oxford. En 1946 fue nombrado catedrático de la universidad de Londres, y en 1959 catedrático de lógica de la universidad de Oxford. Era miembro de la Academia Británica y miembro honorario de la Academia de Artes y Ciencias norteamericana. Entre sus obras traducidas al castellano destacan, además de Lenguaje, verdad y lógica, (1936), El problema del conocimiento (1956); El concepto de persona, (1963); Bertrand Russell,(1972), y Las cuestiones centrales de la filosofía, (1974). Su biografía publicada en 1982 en España se tituló Parte de mi vida.

Vejez y nuevas ideas

En los últimos años de su vida, Alfred Ayer publicó biografías sobre Voltaire, Wittgenstein, Hume o Thomas Payne. "El motivo", señaló en la entrevista citada, "es que me he ido haciendo viejo, y ya no tengo nuevas ideas. Hacer biografías es más fácil y creo que no soy mal biógrafo". Ayer se confesaba apasionado de Voltaire y de la Ilustración, y aseguraba que "no necesitamos principios éticos porque los del viejo liberalismo siguen siendo bastante buenos. Lo que nos hace falta es una ética prática y no teorética". "La filosofía", decía en otro momento, "no es un competidor de la ciencia", y veía el futuro de la filosofía en una actividad interdisciplinar, en la elaboración de una teoría del conocimiento en la que colaboren psicólogos y semánticos, lingüistas y otros especialistas. En los últimos meses, Ayer preparaba una obra de ensayo -"Ensayos populares", decía parodiando los Ensayos impopulares de Russell- y encontró tiempo para responder a un amplio cuestionario remitido por una editorial estadounidense que prepara libros dedicados a los filósofos más importantes de este siglo, entre los que ha sido incluido.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 29 de junio de 1989
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